Una historia, 6.000.000 de historias


Sara Rus, sobreviviente de la             
 Shoa de Auschwitz

                                                
Los alumnos de primer año disfrutamos de una gran experiencia al museo del holocausto, ubicado en el centro de Buenos Aires. Tuvimos la oportunidad de conocer a Sara Rus, una señora de 85 años la cual les relató su experiencia de vida como sobreviviente de la Shoa.
Su historia es un ejemplo de lo que sufrieron las 6.000.000 personas que formaron parte de esta locura. Nos conmocionaron las fotos y objetos de esta época que contenía el museo. Al observar imágenes del campo de exterminio quedamos atónitos ya que era tremenda la forma en la que los trataban y los mataban. Muchos quedaron impresionados por la historia de Sara y otros tantos aprendimos mucho de esta época. Al finalizar el recorrido y la narración de Sara, muchos de nuestros compañeros literalmente se abalanzaron  a saludar y abrazar a Sara, quien se emocionó al sentir cuánto les había llegado su historia.

 Sara  tenía 12 años cuando en 1939 los alemanes invadieron su ciudad natal Lodz, que se encuentra en Polonia.   La pequeña joven y sus padres debieron abandonar su departamento donde vivían ya que los nazis los mudaron a un gueto. En el año 1942 éstos comenzaron a dividir  a las víctimas en dos grupos: los que estaban en condiciones de trabajar y los que no. El primer grupo era transportado mediante vagones hacia campos de concentración, donde tenían que trabajar para sobrevivir; mientras que el segundo era eliminado ya que “no servía”.  Sara y su madre, Carola, “servían” pero trabajaban en condiciones insalubres. La hija realizaba la tarea por la madre para recibir la poca comida que les era otorgada diariamente.

Con sólo 14 años, Sara se enamoró de un joven llamado Bernardo Rus: se sentía adulta al vivir en un mundo tan crudo. Él le dijo que si sobrevivían, se encontrarían en Buenos Aires, en el edificio Kavanagh el 5/5/1945.
 Un día,  la familia de Sara  fue sacada del gueto para  ser transportados al campo de concentración de Auschwitz. Allí volvieron a realizar otra selección... Desde ese entonces, nunca más vio a su padre y cuando iba a ser separada de su madre tomó coraje para enfrentarse al general pidiendo que no las separen.  Tiempo después tuvo que trabajar remachando chapas de aviones.  Allí se lastimó severamente, y fue operada por una enfermera rusa que la trató como animal. Nuevamente se enfrentó con un general al cual le dijo que se había lastimado a propósito para no trabajar. Extrañamente, su rebeldía fue compensada con comida. Luego trabajó pelando papas, y aprovechó esta oportunidad para dar de comer restos de alimentos a las mujeres que se encontraban allí.
El 5/5/45 (significativamente) Sara y su madre fueron liberadas por soldados estadounidenses.  Al tiempo encontró a su enamorado en Polonia, donde él trabajaba. Decidieron ir a vivir a Paraguay, desde donde pudieron cruzar la frontera de Argentina ilegalmente. Tuvieron un hijo, que fue capturado en la época militar por no estar de acuerdo con la ideología del gobierno, y una hija con la que todavía sigue en contacto y que le dio una nieta y bisnieta.


Ignacio Coluccio, María Pía Heller y Constanza Pociello, alumnos de 1° año