Con la coordinación de Majo Belgrano, Carlos Bucceri y Lucrecia
Delceggio, el equipo que integra la misión 2018 se prepara para viajar al norte
de nuestro país a mediados del mes de julio. Una vez más, el espíritu misionero
busca acompañar a los habitantes de distintas localidades, y también acercarles
recursos materiales y espirituales.

En esta oportunidad el
grupo misionero consta de alrededor de cincuenta personas que visitarán tres
parajes: La puerta, Refugio y Brealito. El viaje tiene como objetivo central
colaborar con las acciones de la parroquia del pueblo de Molinos, que abarca un
gran territorio y que necesita de una mano para llegar a todas las localidades
cercanas cercanas. Allí, los agustinos -que se hospedarán en diferentes parajes
según la zona que a cada grupo le toque recorrer- serán cara de la iglesia
local y acompañarán muchas de las actividades parroquiales.
Además, este año, se
incorporará al equipo de misión un grupo de apoyo integrado por Liliana
Pelliza, Vicedirectora del nivel primario, Maxi R. Royano, que será quien
brindará el servicio sacerdotal, y la Dra. Martina Bargo -mamá de una alumna
del colegio-, que va a dar un taller de promoción de la salud que se
planificará en función de las necesidades que plantee cada localidad. Además, y
como este año el grupo que viaja es muy numeroso, Martina nos acompañará como
médica de todo el equipo.
Los talleres de
promoción de la salud y otras acciones solidarias que se harán entre el 12 y el
22 de julio en Salta son algunas de las actividades que el grupo de misión
planifica todos los martes por la tarde. Entre otras, se designan grupos para
cada localidad y se proyectan acciones concretas para cada uno de los días que
los misioneros estarán cumpliendo su rol, que contempla apoyo y acompañamiento
espiritual y material.
El trabajo que se
realiza antes y durante la misión es mucho y muy valioso. Por eso, es
importante recordar que durante las semanas previas al viaje, el colegio lleva
adelante distintas campañas solidarias. Entre ellas, una colecta de útiles
escolares, otra de lana -hay un grupo de tejedoras que aportan su tiempo para
fabricar mantas- y la venta de dulce de leche y de rifas. La sensación en CSA
es que el viaje no es una actividad exclusiva de los chicos de 4to y de 5to,
sino que todo el colegio está implicado en este proyecto; desde distintos
espacios, cada uno aporta lo que puede. Una vez más, contamos con los aportes
solidarios de toda la comunidad agustina.